King vs Merán

Activar el legado de Martin Luther King Jr. en RD

 

En un autobús de la OMSA (Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses), el principal servicio de transporte público urbano del Estado dominicano, varias personas van a misas o a sus respectivos rituales dominicales. En más de una ocasión han subido personas envejecientes, embarazadas y mujeres con niños/as. Y cada vez el chofer y la cajera tienen que recordar a los/as usuarios/as de cederles el asiento, ya que la mayoría se resiste a respetar esa norma, por civismo.

Un caso especial nos llamó la atención. Una señora, acompañada de una niña de alrededor de cuatro años, sube y se detiene al lado de un hombre sentado con su Biblia en manos. Ese señor volteó la cabeza en aparente intento de ignorarle. Otro ciudadano llamó a la mujer para ceder el asiento.

Se acostumbra observar a religiosos/as, que escuchan con atención los consejos de predicadores que con frecuencia explican la palabra de Dios, pero son ciegas con respecto a las necesidades sociales o humanas. Son tantos/as los/as líderes religiosos/as, de cualquier denominación o confesión de fe, quienes predican el amor de Jesús cada domingo, pero durante los demás días de la semana defienden con uñas y dientes un nacionalismo alimentado de ignorancia, odio y xenofobia.

Ante ese panorama, se pregunta para qué sirven tantos evangélicos quienes enseñan los dos más importantes mandamientos bíblicos: el amor a Dios y al prójimo… hasta que nos recordamos de Martin Luther King Jr.

Ese día cuatro de abril de pasado, de 2018, se cumplieron 50 años del asesinato de ese líder afroestadounidense, activista y defensor de los derechos humanos.

Tengamos plena seguridad que el reverendo protestante, ícono de la defensa de los derechos civiles de las personas negras en Estados Unidos, se hubiera distanciado por lo menos de los pronunciamientos públicos de Fidel Lorenzo Merán, presidente del Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE).

En su carta pastoral del 26 de febrero de este año, pastor Merán sugiere la aplicación de una política migratoria “transparente y justa”. ¡Vaya usted a saber qué quiere decir con ese planteamiento!

No hay nada tan discordante con los reclamos que hiciera en 2015 la Coordinadora Justicia Migratoria, en el marco de la implementación del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, por una justicia migratoria clara, transparente y justa.

Para sustentar su reclamo, el pastor evoca los términos de soberanía y carga migratoria que “desborda la capacidad económica y social” y que se invierte «cuantiosos recursos», principalmente en el sector salud. Sin tener que aferrarse a la (s) doctrina(s) cristiana(s), se tiene que orientar al pastor de investigar más allá de los titulares sensacionalistas de algunos medios de comunicación masiva, sobre las estadísticas existentes con respecto a la situación migratoria actual en el país.

El vocero del Codue, a quien se ha visto incluso deslegitimado por una coalición de pastores de 15 iglesias evangélicas que pidieron desvincularle de la comunidad evangélica por los “constantes desaciertos éticos y doctrinales en que ha incurrido el señor Fidel Lorenzo Merán”. Él ha sido, incluso, referencia de la Fuerza Nacional Progresista, el sector dominicano considerado más xenófobo.

No cabe la menor duda de que la promoción del odio hacia el prójimo, la discriminación por motivos de origen y la denigración de la dignidad humana, constituyen antivalores a combatir en nuestras sociedades.

Además, la enseñanza bíblica debería ser la referencia para orientar mejores abordajes de la cuestión migratoria, ya que ese fenómeno no es ajeno a la fe cristiana: diversos pasajes bíblicos hablan de la acogida que deberían recibir los extranjeros.

La Iglesia católica, a través de su más alto representante, el papa Francisco, en su tercera exhortación apóstolica “Gaudette et exsultate” (Alegraos y regocijaos), exclamó: “Que diga así un político preocupado por sus éxitos, se puede comprender. Pero no un cristiano, a quien solo le cabe la actitud de ponerse en los zapatos de ese hermano que arriesga su vida para dar un futuro a sus hijos”.

El legado de King debería encontrar a más sacerdotes o reverendos en República Dominicana, quienes, siguiendo la doctrina cristiana, deberían posicionarse claramente en favor de la justicia migratoria, de los derechos humanos y la justicia social en general.

Podríamos imaginar el siguiente discurso de King: “¿Quién mató a Tulile? – Seguramente un grupo de personas motivadas por el odio y quienes, a su vez, son víctimas del racismo estructural – pero, ¿quién mató a Tulile? – también lo fue cada hombre de iglesia (negro, indio o amarillo- quien predica la Biblia cada domingo ante sus feligreses sin denunciar nada”.

Y esta frase de King lo corrobora: “Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos”. ¡O de los que  fueron llamados a ser bondadosos!

 

*Tulile es el apodado de Claude Jean Harry, un trabajador haitiano que fue encontrado ahorcado en un parque público de Santiago el 11 de febrero 2015. Todavía queda impune ese acto.

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